En los años 90 jugaba a balonmano y recorríamos la península Ibérica de punta a punta en autobús cada dos fines de semana.
Era habitual que los chóferes del autobús llevaran una pequeña placa con la imagen de una virgen y la leyenda «Yo conduzco, ella me guía».
Pasábamos muchas horas en el autobús y yo, sinceramente, confiaba más en la pericia del conductor que en la guía pero, por supuesto que respetaba las creencias de cada uno.
Afortunadamente no tuvimos ningún susto, que yo recuerde, más allá de alguna pérdida momentánea. Eran tiempos en los que no había ni google maps, ni móviles ni tomtom, ni herramientas que parece que llevan con nosotros toda la vida.
Hacía mucho tiempo que no veía una placa similar. Hoy, nos mandan una foto de Levante y, como los tiempos cambian, ya han buscado una nueva utilidad a la chapita.
Alguien con tarjeta de aparcamiento para personas con discapacidad la ha decidido colocar «casualmente» justo encima de los datos de su tarjeta. De tal forma que no se puede ver ni el número ni la fecha de caducidad. Es una práctica habitual entre los okupas motorizados. Unos porque la tarjeta está caducada y ya no puede ser renovada, quizá porque la persona titular ya no se encuentra entre nosotros, otros porque puede tratarse de una fotocopia, etc.
Insistimos en pedir, por favor, a titulares de tarjetas de aparcamiento que las coloquen de una forma visible. A diferencia de los okupas motorizados no tenemos nada que ocultar. De no hacerlo así estaríamos bajo sospecha.
Para esta gente tan descarada propongo un cambio en el texto: «Yo conduzco, ella me tapa»
Juan Arconada