Algunas de las personas que colaboran con nuestra iniciativa se sorprendían de que pudiera haber okupas motorizados que acudieran a un centro comercial que vende artículos deportivos y fueran incapaces de caminar veinte metros para aparcar. La verdad es que es inaudito que una persona supuestamente deportista se haga la remolona para andar unos pocos metros y sea capaz de aparcar en una plaza PMR perjudicando a otras personas que no pueden ejercer un derecho que tienen.
Es un poco como el colmo de los colmos. La semana pasada también pudimos comprobar un gesto sorprendente. Ocurrió con familiares que acudían a recoger a una iglesia de Ermitagaña a niñas y niños que acuden a catequesis. Tres vehículos, obviamente sin tarjeta, ocupaban las tres plazas reservadas para personas con discapacidad junto a la iglesia.
Es decir, mientras llevas a tus hijos a que les cuenten aquello de “amarás al prójimo como a ti mismo” tú eres capaz de dejar el coche aparcado en una plaza en la que no lo puedes hacer y, de paso, estás perjudicando con tu egoísmo a otras personas que necesitan esas plazas.
¿O solo tienes que amar al prójimo siempre que no tenga algún tipo de discapacidad? Buscando en la R.A.E. en el concepto de “prójimo” no se hace diferencia entre personas con o sin discapacidad. Si os parece, por favor, el próximo día que se trate ese tema dejáis el mazo y entráis a escuchar esa frase que habéis borrado de vuestra memoria. Gracias de parte de los prójimos con alguna discapacidad.