Una parte muy importante de nuestra formación comienza en la infancia. En ocasiones no nos acordamos de lo que comimos ayer pero nunca olvidamos cosas que aprendimos en los primeros años escolares.

Es por eso que nos dan mucha pena las imágenes que nos envían a la entrada y a la salida de distintos colegios. Familiares que con mucho egoísmo no dudan ni un instante en llegar con su coche hasta la puerta del colegio -si les dejasen llegar hasta el aula quizá también lo harían- aunque eso suponga invadir las aceras o las plazas reservadas para personas con discapacidad.

En uno de esos centros educativos las dos plazas PMR son compartidas por las personas que acuden al centro así como por pacientes del Centro de Salud cercano. Es un espéctaculo bochornoso que se repite dos veces cada día.

¿Cómo van a respetar de mayores ciertas señales si en su niñez han visto a sus padres haciendo uso ilícito de esas plazas de aparcamiento?

Siguiendo con la formación, ya son, al menos, tres las autoescuelas de Pamplona que han sido sorprendidas por nuestros colaboradores ocupando una plaza de aparcamiento para personas con movilidad reducida. ¡Es increíble! Sería similar, salvando las distancias, a que el profesorado de una autoescuela dijera “Bah, si no vienen coches te puedes saltar el semáforo en rojo o la señal de STOP” No nos cabría en la cabeza ¿verdad?

La educación lo es todo.

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